El Auge de los Finfluencers en Redes Sociales.
- Maximiliano Ruiz
- 15 may
- 6 Min. de lectura

En los últimos años han proliferado en Internet los llamados finfluencers o influencers financieros. Se trata de creadores de contenido en redes sociales (TikTok, YouTube, Instagram, etc.) que hablan sobre finanzas personales, inversiones, criptomonedas y ahorro. Según expertos de la UOC, los finfluencers son “creadores de contenidos relacionados con la temática financiera”, quienes acumulan millones de seguidores ávidos de consejos para ganar dinero o gestionar su economía. Esta tendencia creció con la popularización de las apps de inversión y la creciente curiosidad de jóvenes y no tan jóvenes por aprender sobre finanzas de forma sencilla. Como explica la docente Silvia Martínez, la pandemia y el boom de las fintech han acercado la inversión a más personas, eliminando muchas barreras psicológicas para invertir.
¿Qué valor aportan los finfluencers?
Los defensores de los finfluencers destacan que democratizan la educación financiera. Antes resultaba difícil acceder a información práctica sobre bolsa, ahorro o criptomonedas; hoy cualquier video corto puede explicar un concepto complejo de forma amena. Por ejemplo, la finfluencer australiana Queenie Tan (25 años, casi 100.000 seguidores en TikTok) comenta que aprender finanzas ahora es “mucho más accesible” que hace años. Ella anima a sus seguidores a invertir desde jóvenes y da lecciones prácticas (incluso usando ejemplos populares, como la serie El juego del calamar). Para alguien sin formación formal, un finfluencer puede ser la puerta de entrada a temas que antes ni se atrevían a tocar. Algunos creadores hacen reseñas de libros, explican el significado de términos económicos o dan trucos para ahorrar en el día a día. En ese sentido, el movimiento finfluencer ha despertado interés y curiosidad por aprender de finanzas básicas entre públicos amplios.
Además, el auge de las fintech (plataformas digitales de inversión) ha sido clave: estas apps “han eliminado barreras, sobre todo psicológicas, sobre la inversión”. Como si fuese una aerolínea de bajo coste que abarató los vuelos, ahora cualquiera puede invertir con tarifas bajas y montos pequeños. De este modo, los finfluencers sirven de guía informal: muestran con ejemplos sencillos cómo usar esas herramientas, lo que anima a personas a informarse y dar sus primeros pasos en el mercado financiero.
Riesgos y peligros de sus consejos
Sin embargo, esta creciente popularidad también encierra riesgos importantes. Muchos finfluencers no son profesionales ni asesores regulados, sino aficionados o emprendedores que comparten su experiencia personal. Como alertan expertos, “el mejor comunicador es el que va a vender más”: los contenidos en redes suelen ser breves y atractivos, pero es difícil distinguir entre información rigurosa y marketing. Los vídeos de pocos segundos tienden a simplificar mucho la complejidad del mundo financiero. Una profesora de la UOC señala que muchos seguidores carecen de base teórica, así que aceptan consejos sin entender realmente “cuáles son los riesgos” de invertir.
La falta de regulación es otro factor. Esto ocurre porque en redes sociales es fácil simular experiencia. Incluso famosos sin formación económica (como celebridades o exdeportistas) han sido reprendidos por promocionar inversiones sin advertir riesgos (por ejemplo, el exfutbolista Andrés Iniesta fue amonestado por anunciar criptomonedas sin matizar los peligros). La CNMV recuerda que dar consejos financieros profesionales sin licencia es ilegal y sancionable.
Otro riesgo es la falta de transparencia: muchos finfluencers reciben comisiones u ofrecen productos de ciertas plataformas, sin que sus seguidores lo sepan. Como dicen los expertos, “nadie da información gratis”: si realmente supieran con certeza qué inversión dará mucho dinero, no lo contarían a todo el mundo. En ocasiones, las cuentas promueven empresas específicas (por ejemplo, nuevas apps financieras) con contratos comerciales. Sin filtro, la línea entre educación y publicidad puede desdibujarse. Por eso la UOC insiste en exigir transparencia sobre el vínculo del influencer con las firmas que menciona, y conocer si el consejo se basa en evidencia o solo en la experiencia personal.
Un ejemplo dramático ilustra estos peligros. En abril de 2025 un reportaje español contó que miles de personas siguieron en TikTok consejos de supuestos expertos que prometían “elevadísima rentabilidad” en inversiones. Muchos hicieron caso y depositaron sus ahorros en un producto vinculado a una aseguradora, pero la empresa quebró inesperadamente. Patricia Suárez, de la asociación de consumidores ASUFIN, explica que los inversores confiaban pensando que su dinero estaba seguro, sin comprender que en realidad era un producto de alto riesgo: “El inversor cree estar poniendo el dinero en un sitio seguro y no se da cuenta de que lo está poniendo en un producto de riesgo”. El resultado fue que miles de personas perdieron sus ahorros. Este caso muestra cómo promesas en redes (dinero fácil y rápido) pueden terminar en estafa, especialmente cuando no hay aviso claro de los riesgos implicados.
Influencia sobre inversores sin formación
Los finfluencers ejercen una gran influencia, sobre todo entre quienes no tienen formación financiera. Es común que un joven comience a invertir porque vio en TikTok o Instagram una recomendación de moda, como cierto crypto o acción “del momento”. Seguir masas de consejos de finfluencers puede funcionar como efecto bola de nieve: si todo el mundo invierte en algo viral, muchos querrán sumarse por temor a quedarse fuera, incluso sin entender la inversión. Como resume la UOC, las redes sociales han acercado la inversión a la sociedad, pero “eso no significa que no haya riesgos”. Sin las bases necesarias, los riesgos de perder dinero crecen exponencialmente.
Otro peligro es la comparación social: si un finfluencer muestra su propio éxito (con fotos de autos lujosos o casas caras), puede generar la ilusión de que invertir es un camino rápido al bienestar. Sin embargo, hay un sesgo: esos perfiles suelen mostrar solo las historias de éxito, no las de fracaso ni los fracasos intermedios. Como relata Queenie Tan, a los 19 años vivió “un periodo en la pobreza” que le enseñó a valorar el ahorro. Ella misma advierte que junto a sus consejos positivos existe un “otro lado de la moneda, donde hay cosas oscuras” y algunos influencers podrían inflar el valor de un activo para luego venderlo. En resumen, seguir en piloto automático lo que dice un influencer puede llevar a tomar decisiones poco fundamentadas o exagerar los beneficios sin notar los riesgos reales.
Desarrollo del criterio propio y pensamiento crítico
Ante todo este panorama, es clave que cada persona desarrolle su propio criterio y pensamiento crítico. No se trata de desconfiar sistemáticamente de todos los finfluencers (pueden aportar ideas útiles), sino de contrastar la información y educarse de forma autónoma.
Por ejemplo:
Verificar fuentes: Antes de invertir por recomendación, busque la misma noticia o consejo en medios reconocidos o documentos oficiales. Los organismos reguladores suelen publicar advertencias o análisis.
Dudar de promesas exageradas: Si alguien anuncia “ganancias seguras” o “dinero fácil”, conviene encender las luces de alarma. Como repiten muchos expertos, en finanzas el dinero rápido generalmente no existe.
Consultar la credibilidad: Pregúntese quién está detrás del consejo. Un creador sin formación puede compartir su experiencia, pero no es lo mismo que un analista profesional o un libro de texto. Compruebe si menciona sus fuentes y conocimientos.
Controlar el impulso: Muchos inexpertos invierten por impulso tras ver un video emocionante. Deténgase y pregúntese si la operación tiene sentido para sus objetivos personales, o si simplemente sigue una moda.
Consultar a profesionales: Cuando haya dudas, hablar con un asesor financiero titulado o con instituciones fiables puede evitar errores graves.
Desarrollar este filtro crítico es especialmente importante porque, como señalan los expertos, en redes “no hay capacidad de filtro”: las publicaciones de amigos, noticias y publicidad se mezclan sin advertencias claras. El resultado puede confundir a quien no tenga herramientas para discriminar. Adoptar el hábito de cuestionar y buscar información adicional es la mejor protección. En definitiva, el uso de finfluencers debería complementarse con educación financiera real, no reemplazarla.
Reflexión final
El auge de los finfluencers refleja que hay un gran interés por aprender a manejar el dinero en la sociedad actual. Es positivo que existan vías más accesibles para acercarse a conceptos financieros complejos y que se rompa la barrera de que “la bolsa es solo para expertos”. Pero todo nuevo camino merece andar con precaución. La inversión conlleva siempre un riesgo y, aunque un tutorial en redes puede inspirar o enseñar algo útil, no debería ser la única guía. En la jungla de la información online, la verdadera ganancia es quien invierte en su propia educación: investigar, dudar lo necesario y no dejar la decisión final en manos de nadie más. Al final, el mejor asesor financiero siempre será el sentido común junto a un criterio informado.
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